En México, el modelo neoliberal
ha significado el desmantelamiento de la economía nacional y la pauperización
del nivel de vida; esto en sí mismo ya es mucho decir, ya que de aquí se
derivan la mayoría de los problemas que aquejan al país. El mismo fenómeno de
la economía criminal expresada en el crecimiento del narcotráfico es resultado
de un campo abandonado, así como de un campesino vulnerado por la pobreza y que
se encuentra en la total indefensión. Suponiendo que la estrategia para acabar
con este tipo de actividad ilícita es bienintencionada, es decir, que no hay
intereses de ningún otro tipo, ha resultado la decisión más equivocada, ya que
nos arroja un saldo de aproximadamente 60,000 muertos y un país donde la
actividad económica productiva se ve amenazada por la delincuencia
organizada. El mismo país donde el libre tránsito por las carreteras nacionales
se convierte en un acto verdaderamente temerario, y donde la soberanía nacional
es cada vez más vulnerada por la intervención –dizfrazada de cooperación- de
los Estados Unidos. Otro devastador resultado de la falta de
oportunidades en nuestro país es la migración, exagerada por un mal planteamiento
del TLC que jamás aprobó el capítulo de libertad de tránsito de mano de obra.
La gran paradója de la migración es que Estados Unidos y Canadá, al establecer
un orden neoliberal, crean a los migrantes que buscan una mejor vida en sus
territorios.
El desempleo, la caída del
salario real, la pérdida de condiciones de trabajo dignas, son resultado de una
política laboral que desproteje a la fuerza de trabajo en favor de la
competencia y la reducción de costos, esto representa un gran conflicto para la
clase tranajadora ya que depende del salario como medio de vida.
En conclusión, México ha
experimentado el neoliberalismo como una serie de eventos que han impactado de
manera negativa a la economía y a la sociedad. Es necesario reconsiderar el
papel que juega el Estado en dicha economía, un rol que en países de Europa,
por ejemplo, se ha votado por una participación más amplia que ponga orden al
caos que el mercado anárquico y voraz creó desde la decada de los ’80. En
México tambien debe darse un cambio de rumbo, aquí hace falta instaurar un
modelo que permita un desarrollo del país incluyente, que esté enfocado a crear
y mejorar el empleo, que exista una mejor educación y que invierta en su propio
progreso. Es momento de parar el saqueo de recursos nacionales, que pueden ser
utilizados para las necesidades propias de éste país y que no vayan a parar a
las cuentas bancarias de las empresas y los hombres ya enriquecidos. Es momento
de que salgamos del caos en el que hemos estado sumergidos durante casi 30
años.
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